En esa hora maldita

En esa hora maldita

viernes, 24 de febrero de 2017

No da igual

"Da igual", dos palabras que caen como un mazazo y me hacen añicos por dentro. ¿Si le quitas importancia es mas fácil asumirlo? ¿De verdad funciona el repetir que no importa hasta creérselo?.
A mi no. No es que se acabe el mundo, no es que te juegues la vida en un todo o nada, pero no me digas que te doy igual. Ámame hasta que te duela y dímelo mirándome a los ojos u ódiame intensamente con ese odio ardiente y visceral que sale de tus entrañas y lánzame a las arenas movedizas que se tragan todo aquello que te hizo daño, pero no me digas que te da igual, porque a mi no me da igual porque  sufro contigo o me alegro por ti, porque me bebo con emoción contenida cada una de tus miradas triunfantes cada vez que superas el enésimo obstáculo que la vida pone ante ti o se me hace un nudo en la garganta cada vez que tus ojos firman un "no pudo ser", porque mato por tu vida y así será hasta mi muerte. Te refugias en la apatía donde nada te sienta bien ni mal, donde no te hace falta mojarte, donde no odias pero tampoco amas. Sé que parece un sitio cómodo para vivir, pero solo es un cáncer que te mina por dentro hasta convertirte en una escultura de cartón piedra que se parece vagamente a lo que fuiste. Haz que caiga tu ira sobre mí y todas tus ganas de acabar conmigo, o quiéreme y asfíxiame entre las cadenas de tus condiciones y complejidades, en un abrazo que no acabe jamas; pero ni se te ocurra arroparme con el manto de tu indiferencia diciéndome que te doy igual, porque aquello que no te emociona muere en la soledad más absoluta a merced de tu olvido, y yo no quiero eso. A mi no me da igual.

martes, 21 de febrero de 2017

Miedo a mirarte

Discúlpame si me quedo embelesado cada vez que la orquesta de tu boca toca esa risa fresca y dulce  en un pizzicato que me pellizca el alma y me sonroja. Perdóname si busco tu mirada cómplice cada vez que te acercas a mí, para que nuestros ojos se digan lo que nuestras voces siempre callan. Pido tu indulto por mi necesidad de decirte buenas noches antes de ir a dormir, de algún modo, aunque no te lo creas, ese simple beso de buenas noches en la distancia te trae por una fracción de segundo a llenar el abrazo que necesito darte gracias a ese milagro de la tecnológía que por un momento cambia la frialdad de un circuito impreso por la calidez de dos latidos que van juntos en busca de otro amanecer.
Absuélveme del pecado de quererte, más si en algún momento eso hace que te sientas mal, mándame al infierno sin vacilar, que con gusto arrojo al fuego eterno mi alma, si con ello he de verte feliz un solo instante.
Se clemente conmigo, porque mientras cientos de Greys en sus sombras darán rienda suelta a su imaginación cada vez que te vean y te venderán media hora de falsa autoestima a cambio de que seas su trofeo sexual de la semana, yo me quedaré prendado sin remedio por las vertiginosas curvas de tu alma.
Me da miedo mirarte, por lo que veo dentro de tí, así que no te extrañe si cuando estás cerca, intento cerrar los ojos para alejarte de mí y al momento los abro porque no soporto tu ausencia. Soy así de simple y así de complicado.
Lo siento mucho. ¿Podrás perdonarme?